Joe Biden, el presidente de Estados Unidos, ha respondido mediante una carta a la misiva que Marcelo Ebrard, el ministro de Asuntos Exteriores de México, entregó el pasado 9 de septiembre a Antony Blinken, el secretario de Estado estadounidense, durante la reunión sobre el diálogo económico de alto nivel. El texto tenía como remitente a López Obrador que reflejaba la problemática de la migración abordando sus causas fundamentales, la falta de oportunidades y la inseguridad. La respuesta del mandatario estadounidense no se ha hecho esperar: «Compartimos la visión de un sistema migratorio que proteja humanamente nuestras respectivas fronteras, amplíe las vías legales de oportunidad y protección en los Estados Unidos», concluía.
El ministro de Asuntos Exteriores mexicano ha sostenido que ambas naciones están de acuerdo en «abordar las causas fundamentales de la migración, la falta de oportunidades y la inseguridad» como la «forma más eficaz para disuadir a los migrantes a abandonar sus hogares». Coincide con Biden que ha compartido con López Obrador su disponibilidad para abordar las causas de la migración hacia Estados Unidos con el «combate a la falta de oportunidades económicas, la débil gobernanza, la corrupción, la violencia y la inseguridad».
Río Grande
Sin embargo, ambas naciones vecinas deberán establecer unos patrones humanitarios para que no se repitan las polémicas imágenes del pasado 20 de septiembre en el que la patrulla fronteriza estadounidense, en Río Grande aledaño a Texas, golpeaba a haitianos con látigos desde sus caballos o el vídeo de finales de agosto en el que se observa a dos agentes de migración mexicanos que inmovilizaban y propinaban patadas a un migrante en Tapachula, limítrofe con Guatemala.
En las letras de Biden se afirma que trabajan para mejorar el procesamiento para identificar mejor a las «solicitudes legítimas de protección mientras desechan rápidamente a las que no lo tienen». Tal y como ha constatado ABC mediante su presencia en campamento de migrantes o con abogados especializados en flujos migratorios, son muchos las personas obligadas a abandonar su residencia por la violencia que no pueden probar el acecho de las bandas que ponen en riesgo sus vidas.
Sorprendentemente el presidente estadounidense avala por carta a Jóvenes Construyendo el Futuro y Sembrando Vida, los dos programas de López Obrador para familias pobres rurales en las comunidades de alta emigración. La administración Biden ha presumido en el texto de los 600 millones de dólares en asistencia internacional otorgados a El Salvador, Guatemala y Honduras. A lo que añade otros 861 que el año que viene irán dirigidos a Centroamérica.
Uno de los objetivos del presidente estadounidense pasa por «considerar las solicitudes de asilo de manera justa y eficiente». Hay que recordar que Biden ejerció como vicepresidente de la administración de Barack Obama entre 2009 y 2017 cuando casi tres millones de indocumentados fueron expulsados de Estados Unidos, uno menos que con George Bush. De hecho, Obama recibió el apodo del “Deportador en Jefe” por la comunidad latina ya que mandó a sus países de origen, en su primer año de mandato, a 177.000 más personas migrantes que en el de Trump.
La migración, un problema acuciante
Ya en la primera llamada telefónica de López Obrador a Biden, el dirigente de México trasladó que «la solución de fondo al fenómeno de la migración pasa por la promoción del desarrollo en las comunidades de origen». Sólo en Estados Unidos residen 36 millones de mexicanos, lo que supone el 63 % de los habitantes latinos en la megapotencia. Biden señala en su misiva a López Obrador que busca dirigir «los recursos del innecesario muro fronterizo hacia probadas inversiones y la tecnología». Aclarando que su táctica pasa por modernizar los puertos de entrada terrestres.
Pese a que Trump en sus tres primeros años de mandato sólo logró levantar 177 de los 1609 kilómetros pretendidos (en una frontera de 3185) de su polémico muro erigido en la frontera con México, el denominado ‘muro invisible’ logró reducir significativamente la migración con una caída de hasta un 75 % en la admisión de refugiados y un descenso de un 10 % en la aceptación de greencards, aunque con solicitudes de asilo en ascenso. Un endurecimiento de leyes migratorias con la rúbrica de decretos y requisitos más estrictos para el otorgamiento de beneficios migratorios provocaron la caída. En contraposición con el mandato de Joe Biden. El 46º presidente de Estados Unidos lleva apenas nueve meses en el cargo en los que se han batido record históricos por la llegada de indocumentados y que sólo en mayo de este año detenían a 180.000 migrantes en la frontera con México que ya marcaron cifras de record en abril y marzo con 178.622 y 173.348 arrestados, respectivamente.
Así de enero a junio se detectó una ola migratoria que representó el triple de la del año pasado. En julio se llegó a un nuevo hito con 212000 retenidos (el equivalente a la población de Jerez de la Frontera). La última prueba que Estados Unidos necesita al Gobierno de López Obrador para controlar los movimientos de migrantes hacia la superpotencia fueron los 15000 haitianos asentados en un campamento improvisado en Del Río (Texas). Tras el desbordamiento de la migración en el último año Biden busca un apoyo vital en López Obrador con frase inspiradora: «Somos más fuertes cuando trabajamos juntos y espero con ansias nuestros esfuerzos conjuntos por venir».