Lejos e incumplidas han quedado las promesas del candidato Joe Biden de dejar a Arabia Saudí rebajada al nivel «de lo que es, unos parias». Aquellas palabras las dijo Biden en noviembre de 2019, época de primarias, con la memoria del asesinato del disidente Jamal Khashoggi aún reciente, pues había ocurrido poco más de un año atrás. Ahora Biden ha enterrado aquella hacha de guerra y estrecha lazos, encargándose de que Arabia Saudí no sea de hecho ningún paria, al menos en Washington.
En un gobierno tan centrado en el cambio climático como este, no es despreciable que Biden haya enviado esta semana a su emisario medioambiental, John Kerry, a Riad a participar en la cumbre Middle East Green Initiative, impulsada por Arabia Saudí. Más relevante aún fue la visita, el mes pasado, del consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, uno de los hombres con más influencia en esta Administración.
Lo realmente interesante es que, como en muchos otros asuntos, Biden se ha apropiado del programa de Donald Trump. Según publicaron medios israelíes, uno de los temas que Sullivan trató con el Príncipe Heredero saudí, Mohamed bin Salman, fue el reconocimiento diplomático con Israel, algo que Trump consiguió con Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Sudán y Marruecos. Informes de inteligencia estadounidenses identifican a Bin Salman como el autor de la orden de matar a Khashoggi, que era columnista en ‘The Washington Post’.
Lo cierto es que en febrero, días después de llegar a la Casa Blanca, Biden autorizó que se publicara el informe oficial de la inteligencia estadounidense sobre el asesinato de Khashoggi, que concluía claramente que fue realizado «en nombre de» y «aprobado» por el Príncipe Heredero Bin Salman, quien consideraba al disidente una amenaza para el reino. Hubo sanciones contra 76 saudíes y se congeló una venta de armas temporalmente. Ausente de ese castigo estuvo Bin Salman.
En Arabia Saudí, ocho personas fueron declaradas culpables por la muerte de Khashoggi y cinco de fueron sentenciadas a muerte. Después esas condenas fueron rebajadas a 20 años de prisión. Desde entonces, las relaciones se han normalizado. El mes pasado el Departamento de Estado aprobó un acuerdo que cubre hasta 500 millones de dólares (430 millones de euros) en servicios de apoyo militar para Arabia Saudí, y envió el acuerdo al Congreso para su revisión. Tal y como anunció el Pentágono, incluye el mantenimiento de una amplia flota de helicópteros de fabricación estadounidenses, incluidos CH-47D Chinook.
Alfombra roja
A Biden le preocupa también el aumento del precio de la gasolina, y en una reciente entrevista en la cadena CNN dijo ser consciente de que en gran medida este depende de las acciones de Arabia Saudí, uno de los principales exportadores de petróleo, y los controles que efectúe sobre la producción y las ventas. Y esa puede ser una de las razones reales por las que Biden ha aceptado enviar a Kerry a aquella cumbre medioambiental organizada por Bin Salman para vender sus ideas de futuro y modernización del Reino, que contrastan con esa descarnada caza del disidente.
Tras el regreso de Sullivan de Riad, la Casa Blanca admitió que el precio de la gasolina fue uno de los temas que trató con la corona. «El consejero y su equipo reiteraron el imperativo de crear las condiciones para apoyar la recuperación económica mundial en sus reuniones», dijo un portavoz de la Casa Blanca. La Administración Biden ha dicho anteriormente que tales condiciones pasan por que los saudíes produzcan más petróleo y lo inyecten al mercado para detener el aumento de los precios.