Tras 20 años de guerra contra el terrorismo, la mayor amenaza para Estados Unidos viene de dentro, según proclamó ayer el hombre que lideró a la nación golpeada por los atentados terroristas más cruentos de la historia. Las medidas palabras de George W. Bush -«la política se ha convertido en una descarnada llamada a la ira, al miedo, al resentimiento»- resultaron atronadoras ante la ausencia del anterior presidente, Donald J. Trump, de unos actos de conmemoración sombríos y, todavía, 20 años después, dolorosos.
Bush acompañó a la vicepresidenta Kamala Harris a la mina de Pensilvania en que el 11 de septiembre de 2001 a las 10:03 hora de la costa este de EE.UU. se estrelló el vuelo United 93 con 40 personas y cuatro terroristas a bordo. Es un lugar de homenaje al heroísmo de un pasaje y una tripulación que, informados por teléfono móvil de que otros dos aviones se habían estrellado en Nueva York, se amotinaron y provocaron la caída para evitar otro atentado en la capital.
Allí, Bush, que goza hoy en día de una popularidad mucho mayor a la que dejó el cargo en 2009, proclamó: «En las semanas y meses posteriores a los ataques del 11 de septiembre, me sentí orgulloso de liderar a un pueblo unido, increíble y resistente. Pero, si analizamos la unidad en América, aquellos días parecen ya muy distantes».
«Las fuerzas malignas que parecen actuar en nuestra vida común convierten cada desacuerdo en un pelea y cada pelea en un choque de culturas. Gran parte de la política se ha convertido en una descarnada llamada a la ira, al miedo, al resentimiento. Eso me deja preocupado por nuestra nación y nuestro futuro conjunto. Vengo sin explicaciones ni soluciones. Solo puedo contarles lo que he visto. En una jornada de sufrimiento y dolor para EE.UU., vi a millones de personas darse la mano y salir a ayudar al prójimo. Esa es la América que conozco», dijo Bush.
Esas palabras pusieron de relieve la gran ausencia de la jornada de ayer. En Nueva York estuvieron los Clinton y los Obama. Los Biden viajaron a los tres lugares de los atentados, Nueva York, Pensilvania y el Pentágono en Virginia. Y Donald Trump solo tenia en agenda oficiar de comentarista de una velada de boxeo que iba a tener lugar en Hollywood, una localidad de la Florida. El comunicado que Trump difundió para conmemorar el 11-S rebosaba de esa división, esos reproches, esa animosidad que denunciaba Bush.
El 11-S es, dijo Trump, «un día muy triste» por los atentados. Pero también lo es por «la forma en que terminó la semana pasada nuestra guerra contra aquellos que hicieron tanto daño a nuestro país. La pérdida de 13 grandes soldados y muchos más que resultaron heridos nunca debería haber ocurrido. En total, 250 personas murieron en Afganistán la semana pasada y muchas más resultaron gravemente heridas. Nos quitaron 85.000 millones de dólares del mejor y más sofisticado equipamiento militar sin que se disparara ni una sola vez. El líder de nuestro país fue puesto en ridículo como a un tonto y eso nunca debería volver a suceder». Después envió otro comunicado criticando que Biden haya obligado a los funcionarios a vacunarse contra el coronavirus.
El saqueo del Capitolio
Las derrota en las elecciones de hace casi un año, las falsas denuncias de fraude y el saqueo del Capitolio han abierto una brecha gigantesca entre Trump y sus seguidores y el resto del país. A eso es a lo que Bush se refería en su discurso. Trump ni siquiera quiso dejar de lado sus diferencias con Biden para honrar el 11-S a los 2.997 muertos de aquellos atentados de Al Qaida. No estaba claro si no fue invitado o si rechazó una invitación, pero él anunció a través de su tabloide de cabecera, el ‘New York Post’, que visitaría por su cuenta la Zona Cero para honrar a las víctimas.
Tras el saqueo del Capitolio el 6 de enero de este año, con cinco muertes, no fueron pocos los legisladores demócratas que exigieron, y lograron, que se creara una comisión de investigación al estilo de la del 11-S.
El argumento era que, desde 2001, esa insurrección había sido el día más aciago para la república americana, un acto de terrorismo nacional. Las condenas a los insurrectos y a Trump, que los jaleó al principio -les dijo «os queremos» en redes sociales- fueron en un principio generalizadas. Pero el expresidente ha mantenido una entregada base de fieles, tanto diputados como senadores y votantes de a pie, que le ha permitido mantener el control del partido.
Tras conmemorar a las víctimas en Manhattan, los Biden visitaron Pensilvania, donde un portavoz de los familiares de las víctimas, Gordon Felt, pidió que la Casa Blanca desclasifique todos los informes sobre los atentados. «Aún quedan muchas preguntas por responder sobre el día, hechos por desclasificar y divulgar, y justicia por hacer», dijo Felt, cuyo hermano murió en Pensilvania, antes de conversar con el presidente y la primera dama.
Hay muchas lagunas todavía sobre la planificación y ejecución, sobre el papel de ciudadanos saudíes y sobre la respuesta inmediata del gobierno. Esas lagunas han dado fuelle a todo tipo de teorías de la conspiración, como la que defiende, aun vigente en foros de internet, que el vuelo de United 93 no cayó por un motín del pasaje sino por un misil lanzado por las Fuerzas Armadas norteamericanas.
Es cierto que el vicepresidente Dick Cheney autorizó a la Fuerza Aérea que derribara el avión si se acercaba peligrosamente a Washington o a cualquier otra zona habitada, pero no fue necesario dar orden alguna, porque el vuelo cayó antes.
Biden acabó la jornada en el Pentágono, donde a las 09:37 del 11 de septiembre de 2001 se estrelló el vuelo American 77 con 59 personas a bordo y cinco terroristas. Murieron en esta sede del Departamento de Defensa 125 personas más. Fue un sacrificio que, para el hoy ministro de Defensa, Lloyd Austin, no fue en vano.
La guerra contra el terrorismo, que sigue abierta, permitió a EE.UU. evitar otro atentado de esta naturaleza en suelo nacional. «Hicimos que quienes nos atacaron pagaran. Hicimos que Bin Laden pagara. Destrozamos a Al Qaida. Nadie ha atacado EE.UU., menos procedente de aquella zona en 20 años», dijo Austin. Sí ha habido ataques en Londres, Madrid, Bruselas, París y muchos otros lugares.