Todos los años impares Argentina tiene elecciones legislativas. Este domingo, como aperitivo en forma de gran encuesta nacional, se celebran las PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias), peldaño previo a los comicios de noviembre.
Si los pronósticos dan en la diana, Cristina Fernández, viuda de Néstor Kirchner y poder real con su hijo Máximo, no lograría mayoría en la Cámara Baja y podría perder el control de la Alta que preside (se renuevan parcialmente el Congreso y el Senado). De confirmarse ese escenario, supondría un límite infranqueable (en teoría) a su estrategia de control absoluto de los tres poderes del Estado, porque una cosa va ligada a la otra y la otra, a la impunidad de su poder.
La situación calamitosa que atraviesa Argentina no puede maquillarse ya de ninguna manera y el electorado lo está diciendo a gritos. «Si el país no estalla es porque, aunque el kirchnerismo es otra cosa, no deja de ser peronismo», comentaba un justicialista que conoce bien las tripas de la política y de la sociedad. La huida o el ‘sálvese quien pueda’, es constante. Uruguay se ha beneficiado de esa emigración que salió corriendo a poner sus ahorros a buen recaudo. España es otro de los destinos favoritos, en especial, para aquellos, que son muchos, con pasaporte europeo. El discurso que se repite en los que se lanzan a una aventura que promete mejorar sus vidas se repite: «Vendo todo y me rajo. No tenemos solución».
En este panorama de miseria, con ciento y pico mil muertos, inflación galopante, cepos y deuda sin resolver ni terminar de renegociar, no surgen candidatos que seduzcan (el amor es otra cosa). Pero gana espacio en Buenos Aires (tercer puesto) un fenómeno «libertario» como Javier Milei, economista atrapado en el espectáculo de sí mismo (gritos sin susurros) que jalea a la gente con interpretaciones histriónicas, chupa de cuero negra, pelo de payaso y exabruptos aunque, a veces, diga verdades como puños.
Los argentinos, que son mayoría en los sondeos los que quieren un cambio, miran las urnas como el pobre la despensa vacía. Las Legislativas les ofrecen mucho circo pero el choripán y el bife escasean.