Desde el lado portugués, la cumbre hispanolusa de Trujillo (Cáceres) levantó unas expectativas limitadas. Y es la Sociedad Iberista, cuyo objetivo es una mayor cooperación entre Lisboa y Madrid, la que ha puesto el dedo en la llaga, pues denuncia la extensa ristra de promesas incumplidas en este tipo de convocatorias.
Esta circunstancia redunda en un nefasto nexo de comunicaciones entre los dos países: sin autovías nuevas y sin más enlace ferroviario que el Oporto-Vigo. Demasiadas palabras vacías de los sucesivos gobiernos, alertan desde esta Sociedad Iberista de corte muy europeo, en el sentido de que la península debe mirar más, por ejemplo, al Tratado de Aquisgrán entre Francia y Alemania. ¿Para cuándo las acciones concretas que arrinconen los discursos huecos?