Mario Garza, CC BY-SA
La mayoría de los debates sobre el uso de “latinx” (se pronuncia la-tin-ex) se han dado en Estados Unidos. Pero la palabra ha empezado a propagarse en países hispanohablantes, donde no ha sido del todo adoptada.
En julio de 2022, Argentina y España difundieron declaraciones públicas prohibiendo el uso de latinx, o cualquier variante de género neutro. Ambos gobiernos consideraron que estos nuevos términos violan las reglas del idioma español.
Latinx se utiliza como una identidad individual para aquellos que son de género no binario, y también puede describir a toda una población sin usar la palabra “latinos,” que actualmente se utiliza por omisión (por default) en español para denominar a un grupo de hombres y mujeres.
Como académica nacida en México y educada en Estados Unidos, estoy de acuerdo con la postura oficial sobre el prohibir el uso de latinx en el idioma español – y también en inglés.
Cuando escuché por primera vez latinx en el 2017, pensé que era progresista e inclusivo, pero de inmediato me di cuenta que era muy problemático. Cinco años después, Latinx no se usa comúnmente en países hispanohablantes, ni por la mayoría de quienes se identifican como hispanos o latinos en Estados Unidos.
De hecho, existe un término de género inclusivo que ya se está utilizando por activistas hispanohablantes que funciona como un reemplazo mucho más natural.
Poco uso
Aunque no está claro el origen exacto del término latinx, surgió alrededor de 2004 y aumentó su popularidad en 2014. Merriam-Webster lo agregó a su diccionario en 2018.
Sin embargo, un estudio de investigación de Pew de 2019 indicó que menos del 5% de la población de Estados Unidos utiliza “latinx” como una identidad étnica o racial.
No obstante, latinx se está volviendo común entre académicos; se utiliza en conferencias, en la comunicación y especialmente en publicaciones.
¿Pero resulta inclusivo utilizar latinx cuando la mayor parte de la población no lo utiliza?
Perpetuando el elitismo
Las distintas particularidades demográficas de quienes conocen o utilizan el término latinx ponen en duda si el término es inclusivo o simplemente elitista.
Los individuos que se autoidentifican como latinx o están conscientes del término son muy probablemente adultos jóvenes de entre 18 a 29 años nacidos en Estados Unidos. Son predominantemente personas que hablan inglés y que tienen alguna educación universitaria. En otras palabras, las comunidades más marginadas no utilizan latinx.
Los académicos, a mi parecer, nunca deben imponer identidades sociales en grupos que no se autoidentifican de esa manera.
En alguna ocasión, el revisor de una revista académica para un artículo que presenté sobre las experiencias de las mujeres con los piropos con tendencias sexistas (“catcalling” en inglés), me pidió que reemplazara mi uso de “latino” y “latina” con “latinx.” Sin embargo, no tenían objeciones con el uso de “hombre” o “mujer” cuando me refería a los participantes anglosajones de mi artículo.
Me molestó el atrevimiento de ese revisor. El objetivo del estudio era mostrar que los piropos de extraños en sitios públicos, una interacción dependiente del género, es una forma cotidiana del sexismo.
¿Cómo se suponía que yo iba a distinguir las experiencias de sexismo de mis participantes por género y raza si a todos los etiquetaba como latinx?
El factor ‘x’
Si un término es verdaderamente inclusivo, se le da una ponderación equitativa a las experiencias y conocimientos vastamente diferentes; la intención no es que sea una identidad general.
Las mujeres de color (por ejemplo, de raza negra, asiática, indígena, y latina), en general, están gravemente subrrepresentadas en posiciones de liderazgo en los campos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas(CTIM). Utilizar “latinx” en el caso de las mujeres oculta aún más sus contribuciones e identidad. He notado incluso que algunos académicos intentan evadir la imprecisa naturaleza de latinx al escribir “madres latinx” o “mujeres latinx” en lugar de “latinas.”
Además, si el objetivo es ser inclusivo, la “x” debería pronunciarse fácilmente y aplicarse de manera natural a otras partes del idioma español.
Algunos hispanohablantes preferirían identificarse por nacionalidad, digamos, “mexicano” o “argentino”, en lugar de utilizar generalizaciones como hispano o latino. Pero la “x” no puede aplicarse fácilmente a las nacionalidades. Así como latinx, “mexicanx” y “argentinx” no pueden pronunciarse fácilmente en cualquier idioma. Además, los artículos de género en español,“los” y “las”, se vuelven “lxs,” mientras los pronombres de género,“él” y “ella”, se vuelven “ellx.”
La utilidad y lógica de la “x” rápidamente se derrumban.
‘Latine’ como alternativa
Muchos académicos pueden sentirse obligados a seguir utilizando latinx porque lucharon mucho para lograr que fuera reconocido por sus instituciones o ya han publicado el término en alguna revista académica. Pero existe una alternativa de género inclusivo mucho mejor, una que ha sido mayoritariamente ignorada por la comunidad académica de Estados Unidos y que ya se está utilizando en partes hispanohablantes de Latinoamérica, especialmente entre activistas sociales jóvenes en esos países.
Es “latine” (se pronuncia la-tin-e), y es mucho más adaptable al idioma español. Se puede implementar como artículo”les” en lugar de “los” o “las.” Cuando se trata de pronombres, “elle” se puede volver una forma singular de “ellos” y se puede utilizar en lugar del masculino “él” o el femenino “ella”. También puede ser fácilmente aplicado a la mayoría de las nacionalidades, tales como “mexicane” o “argentine”.
Como el lenguaje moldea la forma en que pensamos, es importante notar que idiomas con género gramatical como el español, el alemán, y el francés facilitan los estereotipos de género y la discriminación. Por ejemplo, en alemán, la palabra para “puente” es femenina, y en español, la palabra para “puente” es masculina. La científica cognitiva Lera Boroditsky pidió a hablantes de alemán y hablantes de español que describieran un puente. Los que hablaban alemán tenían la tendencia a describirlo con adjetivos como “hermosa” o “elegante”, mientras que los hispanohablantes tendían a describirlo de manera masculina, como “alto” y “fuerte.”
Además, las reglas existentes de género en español no son perfectas. Normalmente palabras que terminan en “-o” son masculinas y aquellas que terminan en “-a” son femeninas, pero hay muchas palabras comunes que rompen esas reglas de género, como “la mano”. Y, por supuesto, el español ya utiliza “e” para palabras de género neutro como “estudiante” o “comerciante”.
Creo que latine logra lo que latinx originalmente pretendía lograr y más. De modo similar, elimina el binario de género en su forma singular y plural. Sin embargo, el término latine no está confinado a una población anglófona de élite dentro de Estados Unidos. Es mucho más inclusivo.
Sin embargo, pueden seguir surgiendo problemas cuando la palabra “latine” se impone sobre otras. “Latina” y “latino” aún pueden ser la preferencia de muchos individuos. No creo que “e” debería eliminar el existente “o” y la “a.” Más bien, debería ser una adición gramaticalmente aceptada por el idioma español.
Cierto, la prohibición de latinx en Argentina y España también incluyó la prohibición del uso de latine. Aquí difiero de su directriz. Para mí, la idea de que un idioma pueda ser purista es absurda; el idioma siempre está evolucionando, ya sea a través de la tecnología – piense en los emojis o en el lenguaje usado en los mensajes de texto(por ejemplo “TQM” – Te Quiero Mucho)– por un mayor reconocimiento social, como la evolución de “tundir a la esposa” a “violencia contra la pareja”.
La teoría lingüística supone que el lenguaje determina la realidad, por lo tanto, culturas y comunidades pueden crear palabras que construyan el mundo inclusivo que desean habitar.
El lenguaje importa. Latine representa esa inclusividad a lo largo de estratos socioeconómicos, ciudadanía, educación, identidad de género, edades y naciones, al tiempo que honra al al idioma español.
Este artículo fue traducido por Blanca O. Garza.
Melissa K. Ochoa no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.