Siguiendo las instrucciones de las autoridades judiciales, unidades especializadas en la vigilancia y control de las costas y la pesca en aguas territoriales franceses detuvieron la mañana del jueves a un barco de arrastre británico, sospechoso de pescar sin licencia ni autorización.
Se trata de una agravación inflamable de la crisis multilateral entre el Reino Unido, la UE y Francia, en particular.
A la salida del consejo de ministros del miércoles, el portavoz oficial del Gobierno francés, Gabriel Attal, anunció la «nueva política» francesa: «A partir del 2 de noviembre, entrará en vigor una nueva legislación de urgencia. Quedará prohibido desembarcar en Francia productos del mar británicos. Las autoridades aduaneras pondrán inmediatamente en práctica los controles aduaneros y sanitarios más estrictos sobre todo tipo de productos. Están previstas otras medidas, más adelante, comenzando por posibles recortes en el abastecimiento al Reino Unido de electricidad producida en Francia».
Clément Beaune, ministro de Asuntos europeos, y Annick Girardin, ministra de Asuntos marítimos, han puesto en perspectiva las decisiones francesas, inmediatas y por venir con estas declaraciones: «Ha llegado la hora de hablar el lenguaje de la fuerza. Aparentemente, es el único que entiende Londres» (Beaune). «No es la guerra. Solo es una batalla. La Comisión europea debe invitar al Reino Unido a cumplir con sus compromisos. Francia y sus pescadores tienen unos derechos, que fueron firmados con un acuerdo. Debe respetarse ese acuerdo».
El barco de arrastre británico detenido la mañana del jueves fue dirigido con escolta policial y militar, marítima, hasta el puerto de Le Havre, donde ha quedado amarrado, a disposición judicial.
A la espera de respuestas o acontecimientos diplomáticos, bilaterales o multilaterales, el capital del arrastrero detenido ha quedado a disposición judicial. Sus capturas han sido confiscadas. La justicia francesa estudia su posible inculpación por diversos delitos penales.
Si la crisis no se solventase con relativa rapidez, antes del 2 de noviembre, el gobierno de Emmanuel Macron parece dispuesto a emplear un lenguaje de «fuerza» que podría complicar muy mucho el tráfico marítimo y ferroviario de Londres con el continente, en sus puertos y en la línea férrea que une Londres con Francia.