Al grito de «libertad, libertad» y dirigiendo insultos al primer ministro, Mario Draghi, al principal sindicato del país y a los periodistas, miles de personas se manifestaron en la tarde del sábado en el centro de Roma para protestar, en muchos momentos de forma violenta, contra el pasaporte verde digital del Covid. Este certificado sanitario, que se da a las personas vacunadas contra el coronavirus, será obligatorio desde el 15 de octubre en todos los lugares de trabajo, ya sean públicos o privados. Según los organizadores, pertenecientes a la extrema derecha más radical, como Forza Nuova, en la protesta participaron 50.000 personas llegadas de toda Italia. Según la policía, fueron 10.000. Además de su oposición al certificado sanitario Covid, estos sectores de la extrema derecha han organizado durante meses manifestaciones en numerosas ciudades italianas para oponerse a la campaña de vacunación contra el Covid.
Asalto al sindicato
Un grupo de manifestantes asaltó la sede central del principal sindicato italiano, la Confederación General de Trabajadores (CGIL), cercana a vía Veneto. Algunos forzaron la puerta principal y lograron entrar, pero los policías que vigilaban la zona impidieron el ingreso de otros manifestantes. Cientos permanecieron en las escalinatas del edificio del sindicato, entre ellos el líder nacional de Forza Nuova, Roberto Fiore, y el líder romano del mismo partido, Giuliano Castellino. Estos fueron algunos de los gritos más coreados ante la sede del sindicato: «Manos fuera del trabajo» y «huelga». Castellino advirtió: «Somos 100.000, esta noche tomaremos Roma. Hoy paramos el certificado verde Covid. Esta es la fuerza de la plaza contra la tiranía sanitaria, la fuerza del pueblo contra emergencias inventadas». Las amenazas de los líderes de la extrema derecha eran acompañadas por los manifestantes con gritos de «libertad, libertad», muchos de ellos haciendo el saludo romano o saludo fascista. Al sindicato CGIL, con más de 12 millones de afiliados, los manifestantes le reprochan que no defiende a los trabajadores, porque a partir del 15 de octubre deberán presentar el certificado sanitario para poder trabajar.
El primer ministro, Mario Draghi, llamó al líder del sindicato CGIL, Maurizio Landini, para expresarle a él y a todo el sindicato la solidaridad del gobierno: «Cualquier intimidación contra los sindicatos, fundamentales para democracia y defensa de los trabajadores, es inaceptable y se debe rechazar con absoluta firmeza», destacó Draghi en un comunicado. El primer ministro ha condenado las violencias registradas esta tarde en Roma y en otras ciudades italianas.
«Cualquier intimidación contra los sindicatos, fundamentales para democracia y defensa de los trabajadores, es inaceptable y se debe rechazar con absoluta firmeza», destacó Draghi en un comunicado
En algunas zonas del centro de Roma se registraron escenas de guerrilla urbana y los comerciantes tuvieron que cerrar sus tiendas y bajar las persianas. Algunos manifestantes patearon vehículos de la policía, intentando incluso volcarlos. En via Veneto y via del Tritone, los manifestantes lanzaron petardos y bombas carta. Las fuerzas del orden impidieron que un grupo llegara hasta palacio Chigi sede de la presidencia del gobierno. Los manifestantes elevaron entonces el tono de su protesta gritando «asesinos», «queremos las dimisiones de Draghi y Mattarella» [primer ministro y presidente de la República]. La policía detuvo a algunos manifestantes y utilizó mangueras de agua a presión para dispersar a los manifestantes.
Fin de la pandemia
En Italia el 80 por 100 de la población ha recibido dos dosis de vacunas y el gobierno ha aprobado una tercera inyección para los mayores de 60 años, campaña que se iniciará a finales de octubre. Aún quedan 8,5 millones de italianos sin inmunizar. El sector contra las vacunas es minoritario, pero hace mucho ruido, como se ha podido ver esta tarde en Roma.
Las protestas se producen al día siguiente de que el primer ministro, Mario Draghi manifestara su optimismo por la campaña de vacunación no solo en Italia, sino en todo el mundo, hasta el punto de considerar que la pandemia está casi terminada. «Con 6.000 millones de vacunas en el mundo, el virus está bajo control. Nuestros esfuerzos continuos nos han ayudado –añadió Draghi- a tener la pandemia bajo control en muchos países y nos dan la esperanza de que su final está a la vista».