En el recuento de los daños de toda una era, que empezó en un soleado martes de hace veinte años y se ha cerrado en falso con la retirada de Afganistán, los daños como dice la canción «son incalculables e irreparables, hay demasiada destrucción». Y entre los mayores damnificados destacaría EE.UU. sometido a una desquiciante transformación vinculada a la llamada guerra contra el terror. Un conflicto de costes prohibitivos y nebulosos objetivos, que ha terminado por agotar el sentido de propósito común demostrado por el gigante americano ante otras grandes crisis.
La guerra contra el terror ha significado para EE.UU. una hemorragia de recursos económicos justo cuando la desigualdad y el abandono de sectores enteros de la población ha resultado… Ver Más