El aeropuerto internacional de Kabul ha recibido el primer vuelo comercial internacional de la historia del ’emirato’. Un avión de Pakistan International Airlines (PIA) ha aterrizado pasadas las diez de la mañana en la pista de la capital afgana y los talibanes han vuelto a clamar victoria, esta vez por ser capaces de reactivar el aeropuerto solo 13 días después de la caótica retirada de Estados Unidos. En el interior del vuelo procedente de Islamabad apenas han desembarcado diez personas, «personal diplomático», según fuentes aeroportuarias consultadas.
Pocas horas después del despegue del aparato, han sido 70 los pasajeros que ha llevado hasta la capital paquistaní, la mayoría afganos que son familiares de personal de organizaciones internacionales como el Banco Mundial, recogió la agencia AFP. Se trata de un primer vuelo simbólico ya que de momento no hay billetes a la venta, ni se han establecido horario y frecuencia para el trayecto.
Desde la llegada del ’emirato’, el aeropuerto ha dejado de llamarse Hamid Karzai y los talibanes han retirado el corazón rojo del cartel de I LOVE KABUL que daba la bienvenida a los viajeros. Nada recuerda en los accesos las dramáticas escenas de una evacuación que logró sacar a 120.000 personas en apenas dos semanas, pero que dejó a miles y miles en tierra. Los talibanes han pedido a los funcionarios del antiguo gobierno, mujeres incluidas, que retomen el trabajo.
En los puestos de control vuelve a haber uniformados de las antiguas fuerzas de seguridad, pero están desarmados y siempre consultan con un talibán antes de permitir el acceso de una persona o vehículo. Los islamistas sí están fuertemente armados. La única responsabilidad que mantienen los antiguos miembros de la seguridad y que delegan los talibanes es la de usar los perros que detectan explosivos que dejó abandonados Estados Unidos. «Este se llama Bo y es muy bueno, siempre espera que le acaricies», comenta un joven exmilitar mientras acaricia a un pastor alemán de gran envergadura al que los talibanes miran con una mezcla de asco e indiferencia.
Doble administración
Una vez superados todos los controles, dentro de las oficinas de la terminal se repite la duplicidad. Los antiguos funcionarios se apelotonan a las puertas de las oficinas en las que los mulás designados por el ’emirato’ toman decisiones. El nuevo director del aeropuerto es el mulá Abdul Hadi Hamdan y su despacho es una gran sala con vistas a la pista principal en la que quince personas esperan sentadas en sillones a ser atendidas por el religioso. El mulá se sienta en un sillón de cuero, frente a una mesa en la que hay un teclado, pero no se ve ordenador por ninguna parte. «Es un gran día para el Emirato, la ayuda de Catar ha sido importante para reactivar el aeropuerto, como también lo ha sido la de Bahrein, Emiratos Árabes Unidos y Uzbekistán. Ahora que ya tenemos conexión con Islamabad esperamos recibir también aviones de estos y más países», comenta este religioso tocado con un turbante de color marrón y que esconde sus ojos tras unas gafas oscuras.
«Estados Unidos causó graves destrozos en algunos sistemas antes de salir»
Entre pregunta y pregunta, sigue llegando gente al salón, pero el mulá permanece atento a la entrevista y quiere denunciar que «Estados Unidos causó graves destrozos en algunos sistemas antes de salir, tuvimos que desplegar a 600 combatientes en cuanto despegó su último avión para asegurar la zona, evitar saqueos y ponernos a trabajar lo antes posible. Trece días después hemos logrado que aterrice un vuelo de PIA». La entrevista se corta de forma abrupta cuando Abdul Hadi Hamdan escucha la traducción de la pregunta sobre si tiene alguna experiencia previa gestionando aeropuertos. Se levanta y se va.
Llegada de ayuda
Además de la llegada y salida de personas, el aeropuerto es clave para la entrada de una ayuda humanitaria cada día más necesaria. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo advirtió que el porcentaje de personas viviendo bajo el umbral de la pobreza podía subir del 72 al 97 por ciento a mediados del próximo año si no se reacciona con rapidez.
«La comida y las medicinas son escasas»
Los talibanes no son ajenos a la crisis que padece Afganistán y el portavoz principal, Zabihulá Muyahid, solicitó ayuda. «El mundo debería cooperar con nosotros. Se ha mantenido la seguridad en el país y la gente está en problemas económicos; la comida y las medicinas son escasas», reclamó Muyahid en unas declaraciones efectuadas a la agencia DPA. Los islamistas dieron la bienvenida a la conferencia de donantes organizada por la ONU, que solicita 600 millones de dólares (unos 509 millones de euros) para responder a la emergencia que sufre Afganistán. Existe una gran desconfianza hacia los islamistas y los donantes no creen sus promesas de «transparencia».
Además de ser los primeros en enviar un avión comercial a Kabul, los paquistaníes también acudieron un día más al auxilio diplomático del ’emirato’ y su ministro de Interior, Rashid Ahmed, advirtió que congelar las cuentas bancarias de los ciudadanos afganos solo ayudará a agravar la actual crisis. Ahmed recordó a la comunidad internacional que sería «injusto» que el mundo esperase que Afganistán «se convierta en un país escandinavo en ocho días».
A las puertas de la terminal doméstica tres trabajadores descargan de una camioneta carros porta maletas que colocan en orden junto al cartel de ‘Llegadas’. Los talibanes dan un paso más hacia la normalización del ’emirato’, pero dependen absolutamente de sus nuevos aliados para dejar atrás las dos décadas de presencia estadounidense.