Los conservadores portugueses ya han comenzado a preparar su ardua batalla contra el socialismo de cara a las elecciones anticipadas que deben celebrarse al otro lado de la frontera a comienzos de 2022. No queda otro camino para recomponer el Parlamento de Sao Bento después de tumbarse los Presupuestos Generales del Estado para el año que viene.
Por capricho del destino, el proceso coincide con el calendario de primarias del PSD, liderado por Rui Rio pero con la jornada decisiva para seleccionar a su nuevo hombre fuerte marcada para el 4 de diciembre.
El emergente Paulo Rangel se perfila como un candidato de peso, por lo que el todavía líder no las tiene todas consigo. Mucho más cuando, consciente de que las encuestas le dan ganador, ha comenzado a ejercer un papel preponderante que contrasta con la parsimonia característica de Rio, incapaz de erigirse en alternativa creíble frente al Partido Socialista. Ahora parecen haberse abierto las ventanas en Lisboa y el aire fresco inunda la sede del PSD en la zona de Estrela, entre la imponente Basílica y el Museo Nacional de Arte Antiguo.
El problema es que el tiempo se les echa encima a los conservadores porque también deben organizar un congreso extraordinario que dé carta de naturaleza a su nueva etapa. Por esta razón, Rangel ha solicitado que los comicios precipitados por el rechazo de la izquierda y la derecha al proyecto de presupuestos tengan lugar el 20 o el 27 de febrero. La intención no es otra que as y permitir su rearme. Otra cosa será que el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, le tome la palabra. Todavía está por ver.
En cualquier caso, los socialistas llegarán sin cambios porque el actual primer ministro, Antonio Costa, ya dejó claro que el candidato de su partido no va a ser otro… que él. Una forma de apostar por el clásico ‘más de lo mismo’, que tal vez no sea lo que anhelan los portugueses. Las urnas hablarán cuando se calmen las aguas turbias que descienden hoy por la corriente.
Francisco Almeida Leite, exsecretario de Estado de Asuntos Exteriores y de Cooperación bajo el Gobierno de Pedro Passos Coelho, no tiene dudas sobre el significado de esta crisis política: «La no aprobación de los presupuestos y la consiguiente caída del gobierno de Costa evidencian la fragilidad de la gobernabilidad socialista, que desde 2015 se alió con los comunistas y el Bloco de Esquerda, precisamente los que ahora se han desmarcado de su propuesta». Y añade: «La alianza del PS con la extrema izquierda se impuso para sacar del poder a Passos Coelho en 2015 y en 2019 para mantener a Costa a salvo con pinzas. Cuando quisieron, quitaron la ‘alfombra’ y punto».
Su diáfano análisis continúa con más palabras certeras: «Ahora, con elecciones a principios de 2022, tendremos dos opciones. O la derecha conquista el poder con alianzas que puedan unir al PSD con Iniciativa Liberal y CDS o Costa gana de nuevo sin mayoría, pero con los conservadores con capacidad para llegar a desalojarlo. Si así ocurriera, Costa tendría que probar su propio ‘veneno’ por ironías del destino».
Desgaste en la izquierda
Almeida Leite recuerda que el hipotético (¿o no tanto?) retorno de Pedro Passos Coelho a la primera plana parece «aguardar otros vuelos, como optar a suceder al presidente Marcelo Rebelo de Sousa». En cuanto al comentarista político Nuno Gouveia, no se olvida de que «hay un desgaste enorme en los partidos a la izquierda de los socialistas precisamente por sus apoyos puntuales después de los cuatro años de ‘geringonça’ (que no coalición) entre 2015 y 2019».
Ahí está el germen del abismo que tanto los comunistas como el Bloco han precipitado al dejar tirado al primer ministro justo cuando más los necesitaba, tal vez porque creció la semilla de la discordia en forma de fantasmas a causa de la erosión palpable.
Además, Gouveia cruza un umbral cuando acusa al PS de carecer de un proyecto político real para el país, como se reflejó en las pasadas elecciones municipales, donde perdieron las alcaldías de Lisboa, Coimbra y Funchal. A su juicio, las formaciones de la izquierda radical «han perdido el miedo a estos comicios que se avecinan, quizá porque valoran que más vale someterse al veredicto de las urnas que seguir sustentando al PS, aunque sea en un momento imprevisible».