«El 15-N saldremos a manifestarnos como ciudadanos que somos por convicción y voluntad propia. No necesitamos su venia y aunque no lo quieran reconocer sus voceros, los derechos no se ‘aprueban’. Todos han visto que la única incitación al odio y a la violencia viene de su parte. Los alaridos de sus partidarios recuerdan los ecos del fascismo que tantos millones de muertos ocasionó al mundo. Nos oponemos a tales métodos y los denunciamos. Nosotros pondremos el cuerpo y el civismo. La sangre y la violencia, de ocurrir, van por usted», expresaron Fernando Almeyda Rodríguez y Leonardo M. Fernández Otaño, abogado e historiador, respectivamente, integrantes del grupo Archipiélago, en carta abierta dirigida al presidente cubano, Miguel Díaz-Canel.
La misiva responde a las declaraciones del también primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC) en su discurso de clausura del II Pleno del Comité Central del PCC desarrollado en La Habana este fin de semana, en donde el mandatario expresara que la Marcha Cívica por el Cambio -convocada para el 15 de noviembre (15N) por el grupo Archipiélago- «es ilícita» y «una provocación» financiada por el gobierno de Estados Unidos.
Los jóvenes sostuvieron que solo han decidido ejercer sus derechos y que nadie, ni del exterior ni de dentro del país, les da orientaciones ni les paga: «El único dictado al que respondemos es al de nuestras conciencias. La única voz a la que respondemos es a la de los millones de cubanos y cubanas», que sufren las carencias económicas y la miseria por la mala administración del Estado, así como la represión por motivos políticos.
Equipamiento con palos y armas de fuego
En las últimas semanas, en Cuba se ha vivido una pugna pública entre fuerzas del régimen y la sociedad civil reunida entorno al grupo Archipiélago por la convocatoria a manifestarse pacíficamente el 15-N. El grupo insiste en ejercer su derecho constitucional y humano pese a las amenazas y hostigamientos de la Seguridad del Estado cubana. Como parte de las intimidaciones, en varias localidades del país se han desarrollado entrenamientos en donde los defensores del régimen se equipan con palos y armas de fuego para defender la «revolución».
«Nos oponemos a que se justifique la represión, la ausencia total de espacios democráticos y la violación de los derechos de los ciudadanos mediante supuestas amenazas a la soberanía. (…) La violencia solo genera más violencia, el odio solo genera más odio. No se encomiende a esos recursos, presidente, pues tarde o temprano uno recoge lo que siembra. La soberbia no se come, no genera riqueza, empleos, ni prosperidad», sostuvieron en la carta.
Los jóvenes alegan que se dirigen a Díaz-Canel por ser el presidente cubano y, por tanto, encargado de «llevar el país por buen camino y reconocer los errores»; es el responsable principal de «desestabilizar el país» y de la condena internacional.
Condena de la comunidad internacional
«Si quiere prevenir que la comunidad internacional acuse y condene las violaciones de derechos en nuestro país, existe un método sencillo: no permita que se violen derechos impunemente y reconozca el disenso político. Si quiere evitar que en foros internacionales se califique al país de dictadura, conduzca a Cuba como el Estado de derecho que la Constitución refiere en su artículo 1 y respete las voces de la nación que exigen un cambio. (…) La madurez y la responsabilidad que requiere su cargo dicta que asuma ambas ante el pueblo cubano y la comunidad internacional. (…) No se puede administrar un país como se administra una finca».
Almeyda Rodríguez y Fernández Otaño, ambos residentes en La Habana, participaron en las masivas protestas públicas contra la dictadura cubana del 11 de julio (11-J); ese día fueron víctimas de la violencia desatada por el régimen. A Fernando le partieron la frente de una pedrada, a Leonardo las brigadas de respuesta rápida le gritaban improperios mientras él, arrodillado en la acera, rezaba a Dios; luego lo cargaron y lo subieron a un camión junto a otros manifestantes detenidos. Para ambos, el 11-J demostró que la protesta en Cuba es necesaria para lograr las transformaciones que se requieren.