Tras trece años de muy duras negociaciones, Emmanuel Macron y el príncipe heredero de los Emiratos árabes unidos (EAU), Mohamed bin Zayed Al-Nahyan, han firmado este viernes un acuerdo industrial, militar y político de carácter estratégico, la compraventa de 80 aviones de combate Rafale, por un montante de decenas de miles de millones de euros.
Ese acuerdo, sin precedentes para Dasault, el gran constructor francés de armas, es el primer resultado concreto de la gira del presidente Macron por los EAU, Qatar y Arabia Saudí, para discutir y sentar bases de una mayor cooperación bilateral en materia de armamentos, terrorismo, estabilidad regional e intercambios comerciales. Con llamativa prudencia, Macron y sus interlocutores han evitado tratar del tema ultrasensible de los derechos humanos.
El acuerdo de la venta de 80 aviones de combate Rafale, construidos en Francia, es el fruto final de trece años de muy duras negociaciones, en las que han participado sucesivamente Nicolas Sarkozy, François Hollande y Emmanuel Macron, que ha terminado concluyendo unas negociaciones que los EAU han dirigido con mano de hierro.
Una década de negociación
Cuando Sarkozy comenzó la negociación terminada este viernes, los EAU utilizaron argumentos de presión muy diversos: inclinarse por otros proveedores, europeos y norteamericanos, barajar otras alternativas, poner peros de todo tipo a Dassault, el constructor francés.
Hollande retomó la negociación, afrontando los mismos problemas, sin conseguir vencer las resistencias y maniobras dilatorias de unos clientes eventuales que se comportaban con temible eficacia.
Hace cuatro años, Emmanuel Macron asumió a su vez una negociación comenzada una larga década antes. Y decidió extender el campo de las negociaciones. Desde la óptica francesa, era necesario extender el campo de diálogo y posible entendendimiento: lucha común contra el terrorismo, seguridad regional, cooperación militar, nuevas relaciones comerciales.
Los países del Golfo, comenzando por Arabia Saudí, consideraron sugestivo el proyecto global sugerido por Emmanuel Macron.
Para los EAU, Qatar y Arabia Saudí se trata de abrirse a un proveedor de armamentos que tiene industria propia, en competencia permanente con los grandes constructores de los EE.UU.
Para Francia, se trata de una maniobra estratégica importante. Un contrato multimillonario para un gran constructor nacional. Unas relaciones privilegiadas con grandes potencias regionales. Una posición única en el seno de la Unión Europa (UE), reafirmando la ambición esencial de defender la soberanía industrial y estratégica de Francia y Europa.