Una cosa es saber que no se puede ganar una guerra y otra, muy distinta, es escenificar una vergonzosa y debilitante derrota. A los dos meses de la caótica salida de las últimas tropas del Pentágono desplegadas en Afganistán –malamente negociada desde la Casa Blanca por Donald Trump y peor ejecutada por Joe Biden– ya empiezan a vislumbrarse consecuencias negativas para la seguridad de Estados Unidos, que hoy en día sería más vulnerable a un ataque terrorista yihadista que antes de la estampida de Kabul.
Muchas fuerzas hostiles en el complicado escenario de Asia Central y Oriente Medio, junto a otras potencias rivales repartidas por todo el mundo, han querido interpretar todo lo ocurrido en agosto como una victoria sobre el… Ver Más