«Agente de Putin». «Asesino de polacos». Esas inscripciones en violento grafiti púrpura aparecían esta semana en la tumba familiar de Maciej Stuhr, una estrella del cine e hijo de una leyenda indiscutible, el también actor Jerzy Stuhr. Orgullo de Polonia, cultura viva del país. Maciej había estado horas atrás en la frontera con Bielorrusia, tratando de visibilizar la desesperanza de los inmigrantes que se esconden como perros apaleados huyendo de una expulsión segura y colgó en sus redes un «Espero que Jesús no tenga facebook», católico y doliente como la tradición de esta tierra.
La profanación del discreto mausoleo, uno sin mayor pompa en el cementerio Rackowicki de Cracovia, ha conmocionado. Y en un minúsculo comercio a más de 500 kilómetros… Ver Más