Hoy (domingo) se cumplen 14 días desde que comieron por última vez alimentos sólidos. Seis jóvenes de entre 18 y 27 años permanecen acampados delante del Bundestag alemán y mantienen desde hace 14 días una huelga de hambre que amenazan con no abandonar hasta que los candidatos electorales hablen con ellos y se comprometan a medidas concretas de protección del clima. «Se trata de un último recurso», dice una de las chicas, «y solo pararemos si ellos tienen una conversación honesta con nosotros», añade, apuntando con un dedo acusador a la sede del parlamento alemán. A sus espaldas, una acampada de unos 200 jóvenes cuenta con permanecer ocupando el espacio entre la Cancillería de Merkel y el Bundestag durante unos dos meses, que coinciden con la campaña electoral alemana.
En su mayoría son integrantes de «Sin-Queroseno» y «Fridays for Future», movimientos juveniles de lucha contra el deterioro climático. Es una especie de 11M, aunque más organizado y algo menos festivo que el que acampó en la Puerta del Sol, que protesta contra la pasividad del gobierno alemán. «Nuestra reivindicación es que Alemania abandone por completo el carbón en 2030 y sea climáticamente neutral en 2035», explica el portavoz de Fridays for Future, Fabian Schäfer, investigador científico de la Universidad de Bochum de 30 años de edad. El promedio de edad de los acampados es algo más bajo, unos veinte años, y todos ellos comparten una profunda insatisfacción con la política medioambiental alemana, a pesar de tratarse de una de las más comprometidas del planeta. «No queda tiempo, estamos ya tocando un punto sin retorno y es hora de poner toda la carne en el asador», explica Gaby, estudiante de Química, «y aunque existen todo tipo de pruebas científicas, los políticos no hacen nada. ¡Es insoportable! Por eso apoyo a los compañeros que están haciendo la huelga de hambre».
La huelga de hambre no forma parte oficialmente de la acampada, explica Schäder, «porque Fridays for Future no convoca o incita a ninguna actividad que pueda poner en peligro la vida de las personas, pero eso no quiere decir que no nos solidaricemos con quienes están llevando a cabo esa medida extrema». Schäfer precisa también que, para los acampados, tanto da la conservadora CDU y los socialdemócratas del SPD como Los Verdes, partido este último por el que tampoco se sienten representados. «En Alemania tenemos el problema de grandes empresas con capacidad de lobby que tuerce incluso la voluntad de Los Verdes. Le hablo por ejemplo de RWE, que reaccionó tarde y después ejerce mucha presión con el argumento de que necesita más tiempo, de los puestos de trabajo y todo eso, pero lo cierto es que si permitimos que siga aumentando la temperatura no solamente el empleo se verá afectado, sino también las olas migratorias que recibiremos y las catástrofes naturales. Este verano hemos podido comprobarlo con las terribles inundaciones sufridas en Alemania».
Lina Eichler, de 18 años de edad, es una de las personas que está haciendo la huelga de hambre. «Queremos que los candidatos a canciller prometan que, si son elegidos, montarán un consejo climático integrado por ciudadanos. Un organismo cuyos miembros se determinen por sorteo y que elabore propuestas legislativas que los políticos deberán escuchar e implementar», dice con un hilo de voz. «No contamos con que los candidatos, una vez frente a nosotros, hablasen de manera diferente a los demás. Pero podemos dejarle claro al público en la conversación que la política de los tres simplemente ignora los hechos científicos», dice KLina, «tal vez porque somos jóvenes y más emocionales de lo que podrían ser otras generaciones. Quizás esto les dé a los candidatos una conexión diferente. Baerbock tiene sus propios hijos. ¿Por qué no nos escucha?». Se refiere a la candidata del partido Los Verdes, Annalena Baerbock, que en primavera aparecía en las encuestas por delante incluso que el partido de Merkel pero que ha ido perdiendo intención de voto desde que matizó su discurso climático. «Llevamos años participando en manifestaciones, entregando mucho tiempo y esfuerzo, algunos compañeros incluso han sido golpeados por la policía en las manifestaciones, pero todo eso no ha servido para nada», lamenta, «por eso ahora hemos optado por este recurso».
En julio de 2020, el gobierno de Merkel decidió el abandono total de las energías procedentes de la quema de carbón en 2038, aunque todos los expertos coinciden en que técnicamente es posible varios años antes. «No es suficiente, si no aprietan más no llegaremos a tiempo para salvar el clima y nuestro futuro estará perdido», dice desde la tarima asamblearia un orador que se apoya con un power point. Señala que el crecimiento de la energía fotovoltaica podría crear miles de nuevos puestos de trabajo en el país, unos 750 nuevos puestos por cada GW de capacidad de fabricación de módulos. «Continuad, hasta que nos escuchen, hasta que sea necesario, que la campaña electoral no pueda evitarnos, es la única esperanza de preservar nuestro futuro».