Ha sido una noche movidita en el barrio gubernamental de Berlín. Socialdemócratas, liberales y verdes eliminan los últimos obstáculos para cerrar la coalición de gobierno, bautizada como ‘coalición semáforo’, por los colores corporativos de los partidos políticos que formarán el próximo gobierno alemán, encabezado por Olaf Scholz. Scholz espera presentar el acuerdo esta misma tarde, junto con Saskia Esken, Norbert Walter-Borjans y Lars Klingbeil del SPD), Annalena Baerbock, Robert Habeck y Michael Kellner de Los Verdes, y Christian Lindner y Volker Wissing por parte del FDP. En el texto mucho clima, nuevo salario mínimo y política de vivienda, pero sin demasiadas nuevas deudas ni aumentos de impuestos. Después de una noche de idas y venidas a la Cancillería, para mantener informada a la canciller en funciones Angela Merkel y garantizar la continuidad de la responsabilidad en el cargo, Scholz ha citado a la tropa a las once de la mañana y ha dado órdenes a la Casa Willy Brandt para que organicen una posible presentación a las 15:00. No es seguro que cumplan con ese horario, pero Scholz ha mostrado ante los suyos bastante confianza.
Termina así un mes de negociaciones reales, a veces absurdamente confidenciales y en lugares que cambiaban constantemente para evitar filtraciones. Todo comenzó la noche del 28 de septiembre, con una primera reunión secreta de los líderes Verdes y del FDP de la que solamente se publicó una selfie a posteriori y que dejó sentado que los partidos pequeños sumarían fuerzas para acotar la influencia de Scholz en su propio gobierno. Al fin y al cabo, sin ellos no le era posible llegar a la Cancillería y querían, codo con codo, hacer valer su posición.
Anoche estuvieron reunidos hasta altas horas de la madrugada. Los expertos de los tres partidos están en modo de alerta, se les puede llamar para consultas a cualquier hora del día o de la noche. Y el grupo parlamentario liberal se ha reunido por zoom a las tres de la mañana con sus líderes, Lindner y Buschmann, que se conectaron desde la sede del SPD en Berlín, donde tenían lugar esas últimas negociaciones. Los participantes abandonan la sala Schmidt una y otra vez y a las tres y media todavía entraba en servicio de catering con una enorme máquina de café en la Sala Schmidt. A las cuatro de la mañana, el exjefe de los salvajes ‘Jusos’, las agitadoras juventudes socialdemócratas, nuevo miembro del Bundestag y vicepresidente del SPD Kevin Kühnert, salió del el ascensor con chaqueta y maletín, habló brevemente afuera con un grupo de manifestantes climáticos que hacen guardia a la puerta de las negociaciones y desapareció sin hablar con la prensa, una disciplina que todos han cumplido y que ha hecho de estas negociaciones las más opacas de la historia reciente de la república federal.
Eliminación del carbón
Aun así, en los pasillos de las sedes de los partidos hay comentarios que sugieren «todos esperan poder presentar hoy el acuerdo» y que a esa hora de la noche estaba todavía sin acordar, entre otras cosas, cómo se debe financiar la nueva pensión de jubilación que exigen los liberales. También hay resistencia al deseo de Los Verdes de un derecho de veto climático. Además hay una cartera particularmente controvertida y que ninguno de los partidos quiere: el Ministerio de Sanidad. Lo que sí está ya cerrado, a la espera del documento completo, es que Christian Lindner ocupará la cartera de Finanzas y que Los Verdes se quedarán con Exteriores y Economía, a repartir entre Annalena Baerbock y Robert Habeck. El hecho de que el Auswärtigesmat pase teñirse de verde, en un contexto de tensión con EE.UU. y con Rusia, plantea ciertas incertidumbres, a pesar de la continuidad que esta oficina es capaz de mantener a lo largo de las diferentes legislaturas. El programa electoral de Los Verdes contenía puntos de oposición a la OTAN, por ejemplo, y el gasoducto Nord Stream 2, que doblará el suministro de gas ruso a Europa y que está pendiente de la licencia para operar, vuelve a quedar en suspense.
En la sede de Los Verdes, se respira satisfacción por haber logrado un acuerdo en el que «la protección del clima se aplica de forma transversal, a través de todos los ministerios. No queda sujeta solamente a la cartera de Medio Ambiente sino que desde el tráfico a la industria, la construcción y la vivienda a la agricultura responderán a ese principio». Dicen que «después de años de paralización, se está poniendo en marcha una nueva dinámica» para llevar a Alemania al camino de los 1,5 grados. «Eso era indispensable para los Verdes», celebran, apuntando a la eliminación del carbón de facto para el año 2030. Con la expansión de las energías renovables, su participación en el consumo de electricidad debería subir al 80% en 2030, según los círculos de negociación verde. Las capacidades para la energía eólica marina se aumentarán a al menos 30 gigavatios para 2030. Ese año, el 50% del calor se generará de manera climáticamente neutra y habrá al menos 15 millones de automóviles totalmente eléctricos en las carreteras alemanas.