Las constantes tensiones en el mar Negro entre navíos rusos y de la OTAN, además de la reciente ruptura de relaciones diplomáticas entre Moscú y la Alianza Atlántica, han vuelto a poner en pie de guerra a la Armada rusa. La fragata Admiral Grigoróvich efectuó ayer ejercicios de tiro con lanzaderas antibuque Bal y Utios en aguas cercanas a Crimea, península que Rusia se anexionó en marzo de 2014.
El servicio de prensa de la Flota del Mar Negro informó que «durante los ejercicios se simuló la destrucción de un grupo naval enemigo y del avión enviado con la misión de neutralizar nuestra fragata». En la misma nota se asegura que, con el objetivo de garantizar la seguridad de terceras embarcaciones, se cerró la navegación en la zona con un operativo que involucró a 20 navíos.
Mar Negro, escenario de confrontación
La Marina rusa introdujo las lanzaderas Bal en 2008, que se emplean también en emplazamiento costero. «Utilizan misiles J-35, diseñados para la defensa de aguas territoriales, bases navales y otras infraestructuras», se indica en el comunicado. Las lanzaderas Utios son de la época soviética, integradas a la Armada en 1972, pero modernizadas en 2016. Van provistas de misiles P-35 y pueden también ir armadas con los modernos cohetes hipersónicos Onix.
El mar Negro fue escenario este verano de la confrontación protagonizada por barcos rusos y de la OTAN, que llevó allí a cabo las maniobras Sea Breeze, en las que participó el patrullero español Rayo. A principios de julio, el portavoz del Ministerio de Defensa ruso, el general Ígor Konashénkov, advirtió que «pese a que las maniobras de la OTAN son navales por su estatus y denominación, sus límites reales de acción militar van mucho más allá del sector marítimo ucraniano en el mar Negro», sugiriendo que tienen también como objetivo la península de Crimea.
Fuego de advertencia
El pasado día 23 de junio, Moscú afirmó que sus buques abrieron fuego de advertencia al paso del destructor británico HMS Defender frente a las costas de Crimea por «violar» las aguas territoriales rusas. Londres lo negó, aseguró que se trataba de una singladura pacífica en aguas ucranianas y el primer ministro británico, Boris Johnson, admitió que la idea de enviar allí a su destructor fue suya, ya que su país no reconoce que Crimea sea rusa.
La embajadora del Reino Unido en Moscú tuvo que acudir a dar explicaciones al Ministerio de Exteriores ruso, en donde calificaron el incidente de “provocación” y advirtieron que la próxima vez “el barco será destruido”, amenaza que reiteró también el presidente ruso, Vladímir Putin, durante su tradicional “línea directa” con los televidentes.
Tras lo sucedido con el HMS Defender, justo al día siguiente, el 24 de junio frente al estrecho de Kerch, también en Crimea, aviones de combate rusos Su-24 y Su-30 sobrevolaron a baja altura a la fragata holandesa Evertsen, que también participaba en las maniobras y que tuvo que dar media vuelta. El Ministerio de Exteriores de Países Bajos denunció que «los cazas rusos crearon una situación peligrosa para intimidar al buque Evertsen en el mar Negro», que no llegó a entrar en aguas rusas.