Una semana después de que culminara la salida estadounidense de Afganistán, Washington intenta solucionar el problema de la masificación de peticionarios de asilo en bases militares de todo el mundo, para lo cual tanto el jefe diplomático norteamericano, Antony Blinken, como el secretario de Defensa, Lloyd Austin, visitarán a aliados clave en el golfo Pérsico y Europa. En ambas giras, tratarán también de pactar con sus socios internacionales una nueva estrategia multilateral con respecto a los talibanes y la lucha contra el terrorismo islámico.
Blinken y Austin han viajado al Golfo por separado. El secretario de Estado está en Catar y también pasará por Alemania para visitar en persona a los evacuados afganos en la base aérea de Ramstein que esperan autorización para avanzar a EE.UU. Mientras esté allí, Blinken contactará con homólogos de 20 naciones, incluidas las europeas, sobre el camino a seguir en Afganistán.
Por su parte, Austin, el jefe del Pentágono, está en Catar para agradecer al ‘emirato’ su cooperación durante el puente aéreo de Kabul, además de permitir el uso de la base aérea de Al Udeid para asistir a los evacuados afganos. Catar ha aceptado alojar a la misión diplomática estadounidense que se retiró de Kabul al final de la guerra, que a partir de ahora operará desde allí. EE.UU. no tiene ya relaciones diplomáticas directas con Afganistán.
Durante una escala en Baréin, Austin planea reunirse con los soldados del Cuerpo de Marines que aseguraron la evacuación del aeropuerto de Kabul. Un atentado yihadista de Daesh (Estado Islámico) mató a 13 soldados el 26 de agosto. De ellos, 11 eran miembros del Marine Corps.
En busca de una postura conjunta
El jefe del Pentágono también tiene previsto visitar Kuwait y Arabia Saudí para pactar con esos socios una postura conjunta hacia Afganistán, que permita impedir que surjan en ese país, como ya sucedió hace años, células terroristas. Desde allí se planeó el atentado de Al Qaida del 11-S.
EE.UU. y sus aliados evacuaron a más de 120.000 personas de Kabul. De ellas 40.000 han llegado a suelo norteamericano, de las que un 13% son ciudadanos estadounidenses. Un 8% tiene la residencia legal. El resto son peticionarios de asilo que han trabajado con las Fuerzas Armadas o la diplomacia estadounidense. En total, según cifras oficiales, hay 25.600 afganos alojados en ocho bases militares dentro de EE.UU. En total, la Casa Blanca espera que reciban visado 50.000 afganos que estaban amenazados en su país. El resto espera en bases en Alemania, España, Italia, Catar y otros lugares a la espera que se tramiten sus solicitudes.
Hay cierta división entre los republicanos en EE.UU. por la premura en tramitar estas solicitudes. Algunos diputados y senadores exigen al Gobierno federal que se tome el tiempo necesario para asegurarse de que no hay delincuentes o posibles radicales. Lo cierto es que la opinión mayoritaria en EE.UU. es que se debe abrir las puertas a esos refugiados. Un sondeo del sábado, de ‘The Washington Post’ y ABC News asegura que un 66% de todos los adultos de EE.UU. «apoyan acoger a esos refugiados». Entre los votantes demócratas esa cifra sube hasta el 79%.
Entre tanto, los talibanes afirmaron ayer que han ganado terreno en el valle del Panshir, último gran bastión de resistencia armada al nuevo gobierno de Afganistán, según informa la agencia Afp desde Kabul. Desde que el 30 de agosto saliera el último soldado de EE.UU. de Afganistán, los talibanes han lanzado una gran ofensiva contra este valle, unos 80 kilómetros al norte de Kabul, que es un bastión rebelde contra los integristas. Allí opera el Frente Nacional de Resistencia (FNR), liderado por Ahmad Masud.
Temor a una guerra civil
El jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense, general Mark Milley, dijo el sábado durante una entrevista en el canal Fox News que el Pentágono está convencido de que en Afganistán se dan de nuevo «las condiciones de una guerra civil». «Creo que, al menos, hay una gran probabilidad de una guerra civil», dijo, lo que a su entender es preocupante porque podría conducir «a una reconstrucción de Al Qaida o a un refuerzo de Daesh o de otros grupos terroristas».
«Creo que, al menos, hay una gran probabilidad de una guerra civil»
Por su parte, los talibanes llevan una semana adelantando la formación de un nuevo gobierno, pero este se demora. En principio iban a tener listo un gabinete el viernes, pero de momento no han efectuado ningún anuncio.